Todos sabemos que la moda va mucho más allá de las tendencias o del simple acto de vestirnos.
Cada día, al abrir el clóset, tenemos la oportunidad de preguntarnos: ¿Cómo me siento hoy? y ¿qué quiero transmitir? Esa reflexión convierte la moda en un espejo emocional. Así mismo, una prenda especial puede recordarnos quiénes somos o qué etapa estamos viviendo. ¡UN ACTO TOTAL DE AUTOCONEXIÓN!
La relación entre moda y autoestima es directa. La imagen que proyectamos hacia afuera influye en cómo nos percibimos internamente. Vestir con coherencia a nuestra identidad (más allá de las modas pasajeras) refuerza el autoconcepto, la autenticidad y la seguridad personal.
Por eso, en psicología de la imagen se habla del poder terapéutico del vestir consciente: usar la moda como herramienta de autoconocimiento y empoderamiento, no como una máscara y así lo respalda la ciencia.
Un estudio de la Universidad Northwestern acuñó el término enclothed cognition, que se refiere al impacto que la ropa tiene sobre nuestros procesos mentales y comportamientos. Quiere decir, una bata blanca asociada con médicos, aumenta la concentración y precisión. De la misma forma vestir elegante puede mejorar la confianza y rendimiento en contextos profesionales.
Esto demuestra que la ropa no solo refleja emociones, también puede modificarlas. Si elegimos conscientemente lo que vestimos, podemos influir positivamente en nuestro estado de ánimo y confianza.
En fin, la moda, desde la mirada psicológica, no se trata de tendencias sino de identidad. Es un “quién soy?” y una herramienta para narrar nuestra historia sin palabras. Vestirnos con conciencia emocional es vestir el alma: conectar lo que sentimos, lo que pensamos y lo que proyectamos hacia el mundo.
Que tu autoconfianza nunca baje y tu brillo nunca se apague… ¿Ya decidiste quién quieres ser hoy?
love, GIA 🤍